El sueño de Igna siempre ha sido tener un terrenito para sembrar su huerto. Su primer huerto fue en el campo de mi padre en Ardales. Tuvo que desbrozarlo, ararlo para que la tierra se airease y estuviese blanda para un buen crecimiento de las raíces, lo alambró para evitar que las cabras se lo comieran, lo protegió de los fuertes vientos de la zona con vallas textiles y le puso riego, ya que sólo podía ir los fines de semana. Por último, es importante hacer un mantenimiento periódico e ir arrancando las malas hierbas para evitar que le quite nutrientes a lo sembrado. Lo que más ilusión le hacía era sembrar tomates para hacer su plato preferido: gazpacho. Además, sembró pimientos, cebollas, patatas, melones, coliflores, coles, brocolís, lechugas, sandías, fresas, calabacines, calabazas y habas. Febrero 2009 No fue necesario abonarlo porque la tierra era muy buena, al ser estiércol de las cabras. Puede ser de otros animales como gallinas, caballos, conejos u ovejas. Hay otros
Mi padre es, como siempre se ha dicho “cabrero”, y durante toda mi infancia, mis vacaciones y fines de semana los he pasado en casas de campo y cortijos. Me propongo recopilar el aprendizaje que hoy día sigo recibiendo sobre los cuidados del campo (árboles frutales, huerto, cabras, ovejas...). Trasmitido por mis padres, tíos y abuelos. E irremediablemente, al evocarlos se sumarán a estas líneas anécdotas infantiles y recetas familiares.