Al pueblo de Álora le tengo mucho cariño porque allí vivíamos con la abuela María hasta 1986, nos juntábamos cuando venían los titos y primos de Málaga o Barcelona. Entones, como e ra habitual y aún se mantiene en los pueblos, se sacan las sillas al fresco por la noche. Recuerdo con nostalgia los veranos cuando nos bañábamos con la goma en el patio, o en el pilar del corral , también llamado pileta, bebedero o pilón. M i mes preferido es agosto, por muchas razones, los días largos, el buen tiempo, vacaciones, la feria del pueblo... es mi cumpleaños y el de mis hermanas, Eva y Rosa. Para ese día, mi madre me compraba una tarta que me encantaba porque tenía una casita de galletas. En mi infancia, el último día de la feria se tiraban fuegos artificiales desde la piscina municipal, y los veíamos desde la terraza de la abuela. Tras toda la noche de fiesta, lo mejor es sentarte en la calle Veracruz a tomarte unos churros con granizada de avellana, una mezcla buenísima que solo puedes
Mi padre es, como siempre se ha dicho “cabrero”, y durante toda mi infancia, mis vacaciones y fines de semana los he pasado en casas de campo y cortijos. Me propongo recopilar el aprendizaje que hoy día sigo recibiendo sobre los cuidados del campo (árboles frutales, huerto, cabras, ovejas...). Trasmitido por mis padres, tíos y abuelos. E irremediablemente, al evocarlos se sumarán a estas líneas anécdotas infantiles y recetas familiares.